martes, 28 de diciembre de 2010

El amor, como la tos, no puede ocultarse.

Él era un chico, y ella era una chica. ¿Necesito decir más?

Él, inseguro y torpe, ella extraña y soñadora, siempre acompañada de sus pensamientos, con demasiada fe en la humanidad, dirían muchos. Él, sólo y sin mucha fe. Nunca se imaginó que alguien con quien no había cruzado palabra y a la que, a decir verdad le tenía algo de recelo, seria quien tendría más fe en él.

Las buenas historias suelen comenzar así

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